Si queremos mantener el nivel de fe que alcanzamos, todos deben cuidar de los demás. Pues, nadie puede estar seguro de que puede preservar algo por sí mismo, sólo si «ayudaron a cada uno a su amigo». La única forma en que podemos protegernos es con garantía mutua.
Nadie puede protegerse a sí mismo cuando se trata de logro espiritual. Logramos cierto éxito, lo perderé todo en un momento si mis amigos no me apoyan. Por eso necesitamos garantía mutua.
No puedo sostener nada porque mi vasija espiritual es sólo un punto, un píxel. Debo estar conectado a los demás píxeles al menos en los diez, de lo contrario es imposible.
Por eso se dice: “el grupo o la muerte”, porque de inmediato perderé todo lo que logré si me desconecto del grupo. Simplemente no tengo lugar, vasija ni memoria, donde pueda almacenarse. Lo espiritual se puede conservar sólo en las diez Sefirot, en la conexión entre ellas. Descubriremos dónde se ubica la memoria colectiva de la sociedad. No está en la sociedad misma, sino en la luz.
Por lo tanto, cada uno puede preservar nuestra ganancia sólo si estamos conectados con los demás, en la decena y desde allí estamos más conectados. Lo que está fuera de mí permanecerá y lo que está dentro de mí desaparecerá, se desvanecerá.
Y si nos conectamos, no debemos tener miedo de perder lo que logramos. Si nos preocupamos por nuestra conexión, incluso la pérdida sólo será para obtener algo nuevo y más importante que antes. A esto se le llama «mandamiento del olvido«. Debemos olvidar los logros anteriores para poder ir más allá. Como se dice: «Que todo sea nuevo para ti cada vez».
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De la lección diaria de Cabalá 30/sep/20, “Sucot”
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