El valor de una acción es medido y evaluado sólo de acuerdo a su intención. La intención de dar más, acerca al hombre al Creador, mientras que la intención de recibir más, lo separa del Creador.
Y en la mitad entre la intención de dar y la intención de recibir, está un punto neutral, un cero a partir del cual decide si está en el mundo espiritual o en el mundo corporal.
El mundo espiritual funciona en la intención de otorgar, tan pronto como actuamos de forma egoísta, inmediatamente sentimos el mundo corporal. Cuánto dar y cuánto recibir ya no es tan importante. Lo principal que nos pone en uno u otro lado de la frontera entre la espiritualidad y la corporalidad es nuestra intención.
La prueba principal es lo que el hombre anhela, no lo fuerte de su deseo. Cambiar la intención es como cambiar la palanca de velocidades de un auto, de avanzar a reversa dependiendo de hacia donde avanzo, hacia el Creador y las criaturas o hacia atrás.
La intención depende de hacia dónde va mi corazón: hacia afuera hacia otros, hacia los amigos y de ellos hacia el Creador o hacia mí mismo. Esto determina a dónde voy ¿trabajo para el Creador o para mí mismo? ¿voy hacia mis amigos y de ellos hacia el Creador o me acerco a mí mismo? Todo depende de la intención y hasta después del deseo que la obedece.
Para verificar la intención, debes distanciarte de la acción misma, si deja de ser importante y lo principal es: para quién lo hago y quién se beneficiará. Esto determina si estoy en el mundo del Creador o en mi propio mundo, dentro de mi cáscara.
La intención, dirigida hacia fuera o hacia adentro, divide mi realidad en dos partes: una parte que se relaciona conmigo, es decir, “yo”, “mío” y una parte fuera de mí, es decir los amigos y el Creador. Si quiero existir en el mundo del Creador y no en mi pequeño mundo animal, debo revisar constantemente la dirección de mis pensamientos.
El libro del Zóhar dice que la gente con intención egoísta tienen sus ojos vueltos hacia su interior, es completamente ciega y no ve el vasto mundo a su alrededor. No puede imaginar nada excepto este mundo, así vive y muere.
La vida nos es dada para cambiar la dirección de mi vista, de mi mismo, hacia afuera y así, revelar el mundo del Creador llamado, mundo superior. El mundo inferior es el que vemos cuando observamos hacia dentro de nosotros mismos y sólo nos preocupamos por nosotros mismos.
Debo revisar hacia dónde está dirigido el vector de mis pensamientos y deseos- ¿hacia mí, hacia mi beneficio o hacia otros y a través de ellos hacia el Creador? Es decir, ¿hacia dónde va mi corazón?
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De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 21/oct/20, Escritos de Baal HaSulam, “Amor a Dios y amor al hombre”
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