Trabajando en el grupo, yo recibo de este un fuerte deseo. ¿Yo ansío liberarme del egoísmo, pero que puedo hacer? El deseo por sí mismo no es capaz de nada. Más allá que esto, tal deseo, aunque poderoso, es egoísta.
Yo no quiero otorgar de por sí, sino por el beneficio que esto promete. Esto significa que estoy bajo el yugo de Faraón. Tengo un fuerte deseo de otorgar dentro del deseo de recibir: Yo estoy buscando beneficiarme a partir del otorgamiento.
Como consecuencia, la discrepancia, el espacio, la polaridad, el conflicto de intereses, crecen dentro de mí. Yo quiero otorgar para satisfacer mi deseo egoísta. Después de todo, otorgar me hace eterno, perfecto, sin fronteras, sin restricciones, inmune a cualquier crisis. ¡Olvida los Tsunamis, las caídas en la bolsa de valores, todo es maravilloso! ¿Quien no quiere esto? Mi ego lo desea vorazmente.
Pero aun así, este es incapaz de ello. Entonces la fuerza superior llega y atraviesa mi “agujero negro”, permitiéndome escapar. De hecho, aunque se pueda describir como un escape, en general, no estás corriendo a ningún lugar. Yo sigo en el mismo lugar, pero de repente, me siento libre de mi egoísmo, del deseo de recibir. Eso es todo.
De repente, resulta que el agujero negro ya no contiene la luz en el interior; se hace transparente. Todo fluye ahora a través de él, y él canaliza todo tipo de influencias de otras dimensiones, a las cuales yo nombro de manera diferente: La Luz de Néfesh, La Luz de Rúaj, y así sucesivamente. Por eso, nosotros avanzamos.
Lo esencial para nosotros es cruzar la barrera, comenzar a renovarse (Jidúsh). En hebreo, es llamado Rosh Jódesh, el principio del mes. Nuestra renovación es lograr nuestro primer atributo de otorgamiento con la ayuda de la fuerza superior.
Para lograrlo, sin embargo, necesitamos invitar la acción de la fuerza superior, y para eso, necesitamos unirnos primero. Vamos a hacer una unidad egoísta; no importa si es exitosa o no. Solo cuando construimos el entorno correcto, el viento del cambio espiritual soplará entre nosotros.
(41143 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 4/21/2011, Escritos de Rabásh)
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