Pregunta: Nuestra raza egoísta está convirtiéndose en una bola de nieve que rueda por la colina. Es evidente que podría romperse en algún momento, pero nadie puede detener su movimiento.
Respuesta: Es cierto. El egoísmo es nuestra naturaleza única. Si tuviéramos una fuerza más, opuesta a él, podríamos parar. Sin embargo, no tenemos otra fuerza.
Esto tiene que estar muy claro: Todos somos egoístas redomados. El ilimitado auto amor obliga a la gente a beber la copa de veneno hasta el fondo, hasta la última gota. Incluso un momento antes de la muerte, no será capaz de detenerse.
Es imposible convencer a alguien de algo: Todos se quedarán con sus pensamientos y no oirán las advertencias. Yo puedo dar un discurso ante el mundo entero, llevar todos los datos, escribir todos los hechos, invitar científicos destacados y las figuras públicas más prestigiosas, y juntos gritar: «¡Amigos! ¡Hermanos! ¡Nos dirigimos a la muerte!» Su respuesta será: «¡¿En serio?, ¿De qué estás hablando?! Y el público volverá a su negocio de quemar al resto.
Cada uno es un egoísta, cada uno de nosotros es como una máquina y no puede actuar de manera diferente. Alguien gira; alguien salta, alguien se mueve hacia adelante y hacia atrás. Hemos sido creados de esta manera y no son capaces de nada más. La gente no escucha los llamados que vienen de un grado superior y que existen por encima de la naturaleza humana.
Sólo al unirnos entre nosotros los ayudaremos a reconocer el problema. Sólo entonces, después de haber comprendido la situación y percibido la amenaza que esta conlleva, estará dispuesta la gente a escucharnos por lo menos un poco. Y unidos con ellos internamente, nosotros les daremos la Luz que Reforma.
(43401 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 5/18/2011, Charla sobre el problema de la superpoblación mundial)
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