En la Cabalá, no hablamos de nuestros sentimientos personales. Hablamos del amor a los amigos, pero solo de manera general, sin mencionarnos a nosotros mismos o cualquier nombre en especial.
Es necesario hablar acerca de la grandeza del maestro, del Creador, del grupo, y de la importancia de la meta porque sin inspirarnos unos a otros, no avanzaremos. Esto nos da fuerza para trabajar, y esa es la razón por la cual necesitamos del grupo. Pero nadie habla de él en primera persona, mostrando sus sentimientos internos y deseos (Kelim).
De hecho, los otros todavía no están reformados hasta el grado de Bina (Jafetz Jesed) lo que significa “no le hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti” y por lo tanto, pueden hacerte daño con sus pensamientos. De manera que, esta prohibición existe.
Hablas acerca de lo grandioso que es el objetivo espiritual, pero no acerca de cómo tú o alguien más es inspirado por la espiritualidad. Debes hablar sobre la ley que funciona en la creación, la formula en el sistema de fuerzas, sin señalar a alguien específicamente.
Todo nuestro trabajo es interno y humilde. Debo ver al grupo no como rostros y personas individuales, sino como fuerzas que anhelan alcanzar al Creador, otorgamiento, y quienes se unifican para alcanzar este objetivo juntos. Este vínculo de nuestros deseos, esta conexión interior es lo que llamamos grupo.
Por lo tanto, cuando hablo acerca del grupo, no menciono los nombres de las personas. Es como si no hubiera personas y solo ¡deseos atados por la garantía mutua! Si estos deseos alcanzan el nivel de conexión cuando verdaderamente se vuelven para otorgar en el primer grado, ellos lo revelan, junto con la Luz de Jassadim que los llena, lo que significa otorgamiento mutuo.
(44033 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 5/26/2011, Escritos de Rabash)